Santa Teresa de Jesús.
"Nada te turbe, nada
te espante.
Todo se pasa. Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene, nada le falta.
Sólo Dios basta."
Nació en Ávila, España, el 28 de marzo de
1515.
Su nombre, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de Alonso Sánchez de Cepeda y
Beatriz Dávila Ahumada. En su casa eran 12 hijos. Tres del primer
matrimonio de Don Alonso y nueve del segundo, entre estos últimos, Teresa escribe
en su autobiografía: "Por la gracia de Dios, todos mis hermanos y medios
hermanos se asemejaban en la virtud a mis buenos padres, menos yo".
La mamá de Teresa murió cuando la joven tenía
apenas 14 años. Ella misma cuenta en su autobiografía: "Cuando empecé a
caer en la cuenta de la pérdida tan grande que había tenido, comencé a entristecerme.
Entonces me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le rogué
con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella mi
madre en adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien".
Teresa tenía un gran encanto personal, una
simpatía impresionante, una alegría contagiosa, y una especie de instinto
innato de agradecimiento que la llevaba a corresponder a todas las
amabilidades. Con esto se ganaba la estima de todos los que la rodeaban.
Empezar a tratar con ella y empezar a sentir una inmensa simpatía hacia su
persona, eran una misma cosa.
Por orden expresa de sus superiores Santa
Teresa escribió unas obras que se han hecho famosas. Su autobiografía titulada
"El libro de la vida"; "El libro de las Moradas" o Castillo
Interior; texto importante para poder llegar a la vida mística.
Santa Teresa murió el 4 de octubre de 1582.
Oración a Santa
Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa,
Virgen seráfica, querida esposa de Tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra
ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mi también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios.
Amén.
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mi también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios.
Amén.